Se sentía frustrado y a la vez tentado;
Quizás debería cometer la locura que le andaba rondando como un policía de
incógnito por la cabeza. Era una idea absurda, pero muy sugerente. La tentación
cada vez mayor se abría paso a través de la cordura y la sensatez.
¡Sí! Se comería el último bombón de chocolate
aunque después le llamasen egoísta.
Corrió hacia el comedor con la esperanza de
deslizarse tan apetitosa ambrosia por la garganta; no sin antes haberla
saboreado en el paladar.
Diviso al punto la caja roja y la abrió con
premura, impaciente e ilusionado por lo
que estaba a punto de ocurrir. Pero ¡tremendo chasco! alguien se le había adelantado.
Con un mohín se dirigió a la cocina con la
esperanza de encontrar algo dulce y en el umbral de la puerta se encontró con
su compañero de piso que al verle se paso la lengua por la comisura de los
labios intentando eliminar cual “CSI” las pruebas del delito.
En ese momento activo el modo ZOOM logrando ver claramente los restos de partículas
de chocolate y le propino a su camarada de domicilio una mirada acusadora.
Su amigo se echo a reír e introduciendo la mano en el bolsillo saco un bombón de licor y se lo ofreció.
-
Eres como un niño pero me divierte mucho tu actitud.
Ya devuelta a sus quehaceres desenvolvió el
exquisito manjar. Mordisqueo un
trocito, tras lo cual sorbió el licor de su interior. Después se comió el resto
y ya como ultimo deleite chupo el papel de plata del envoltorio. Y pensó en ese instante que no existía en el
mundo mayor placer que ese.