El tren circulaba a máxima velocidad
por la vía muerta, se había descontrolado hacia menos de una hora al fallar el
sistema de control automático. Nos precipitábamos hacia una muerte segura; solo
un milagro podría salvarnos.
Entonces recordé que había comprado
el billete en el último momento y que en realidad no debería estar aquí; o si. Seria
este acaso mi sino, el morir sepultado bajo un amasijo de hierros retorcidos. Porque seguro es lo que pasaría una vez el
tren llegase al final de su destino y sabíamos muy bien cual sería por que el
interventor nos había conminado entre sollozos a rezar y eso solo quería decir
que no habían encontrado solución alguna para detener al caballo de hierro.
Fue en ese momento cuando decidí
que quería vivir a toda costa y que no dejaría que la parca se me llevase.
Me levante del asiento y corrí
cuanto pude hacia la cabeza del tren. Una vez allí mire en todas direcciones
seguro encontraba una solución. Pues en realidad yo no era un ser humano
corriente yo era…
Cerré los ojos y una llamada a
lo más profundo de mi inconsciente hizo despertar al ser que dormía en mi
interior e imagine que el tren flotaba sobre la vía y se detenía lentamente. A continuación una fuerza
poderosa lo atraía de nuevo hacia los raíles y lo depositaba allí suavemente.
Al abrir los ojos note un enorme
cansancio y todo se torno negro a mi alrededor; había caído desmayado sobre
el suelo del vagón.
La luz me cegó por un instante momentos
después de despertar en aquella cama rodeado de batas blancas y mascarillas. Estaba atado a una camilla, pero notaba un ligero movimiento. Si duda
continuaba en el tren..
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