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sábado, 31 de octubre de 2020

LORD MONSTER

 


 

Aletargado por el vacio que lo rodeaba, observaba a la luz de la candela su oscura y tenebrosa sombra. 

Un melodioso canto distrajo sus pensamientos de aquella extensión de su cuerpo; los veintitrés cuervos que residían en el alcornoque que lindaba en su propiedad con la ermita abandonada, daban la bienvenida a otro forastero.

¿Cuántos iban ya…? Esta semana posiblemente alcanzasen la media docena. ¡Malditos bastardos! Todos deseaban lo mismo y ¡maldito el viejo tres veces! Si no fuera por él no hubiese sido expuesto al mundo.

Bretón mi fiel compañero dormitaba frente al hogar y al sentir mi inquietud se levantó estirando sus músculos. Mucha gente le tenía miedo, pues para ser un can era descomunal y con su melena salvaje bien podria haber pasado por un león; la gente del pueblo le tenía pavor y no osaban acercarse a la mansión.

Con una mirada mi unico amigo en el mundo entendió lo que necesitaba y lentamente cruzó la estancia para atravesar la puerta entreabierta que lo llevaría hacia el Hall; llevaba mucho tiempo sin hacer ejercicio. Al poco tiempo de perderlo de vista, el chirriar de los goznes de la puerta al abrirse me hizo centrar la atencion; la señora Darkness entró con una bandeja en la que llevaba una copa de oporto.

En el exterior se oyó un enorme gruñido seguido de un espeluznante grito; mi ama de llaves y yo nos miramos complacidos.

No recuerdo cuando la señora Darkness entró al servicio de esta casa; era apenas un niño. La insté a dejar la copa de oporto en la mesita que había junto a mí y con un gestó le indiqué que se marchase.

Me levanté y agarré la bebida mientras me acercaba hasta la ventana para contemplar la luna llena.  Una mano ensangrentada se apoyó en el cristal y por unos instantes pude distinguir el contorno de un hombre semienterrado en el seto al pie del ventanal; justo antes de que una enorme silueta lo arrastrase fuera de mi vista.

¡Que hermosa estaba la noche!  si tan solo mi madre estuviese aquí para acompañarme; lástima que lo primero que viesen mis ojos fuese aquella mirada aterrorizada en la mujer que me dio la vida.

Contemplé mis manos, enormes y deformes; unas manos que bien sabían lo que era sentir como el último aliento se escapaba de un ser humano. Padre, me estuvo escondiendo de miradas de curiosos hasta que sintió que ya no podía controlarme y decidió hablar con las autoridades.

Recuerdo aquel dia, vinieron muchos hombres a la mansión con la misión de llevarme preso, pero les di caza uno a uno; entonces mandaron más, pero…

No, no se decepcionen… El resto del diario está quemado, solo se conservan unas pocas páginas que hallaron en una oquedad oculta en la chimenea del salón principal de “Bleeding Manor”  o la mansión sangrante. Se dice que en este lugar se perpetraron muchas atrocidades cometidas por el dueño del diario; Lord Monster.

¿Murió gente?

Calla niño.

Pero mamá.

No se preocupe señora todo el mundo pregunta lo mismo y como guia experto en la historia de la mansión puedo asegurarles que es todo cierto.

¡Lo ves, lo ves! Mamá tenía yo razón.

No sé por qué te gustan estas historias tan macabras. Yo hubiese preferido visitar la pastelería del pueblo.

En eso también puedo ayudarles. En el jardín trasero tenemos una cafetería con un surtido de pastas, que no es por decirles, pero está para chuparse los dedos. Síganme, síganme…

El guía que ya gustosamente se frotaba las manos calculando mentalmente cuantos almuerzos iban a vender, condujo al grupo hacia el exterior de la mansión; a todos menos a uno.

El niño en su infinita curiosidad, como la que poseen la mayoría de los niños fue retrasando el paso hasta quedarse en la sala donde él les leyeran las hojas del diario. Cuanto le hubiese gustado examinarlas pensó, pero ese hombre contratado para enseñarles la mansión se las había llevado; por suerte libre de la férrea garra de su madre, podría explorar el edificio libremente. Miró a su alrededor y decidió comenzar por aquella misma habitación.

La estancia no era muy grande, estanterías con libros forraban las paredes, más lo que destacaba en ella era un gran butacón de terciopelo verde frente a un enorme hogar de piedra. El sillón estaba cercado por un cordón para impedir el paso de los visitantes, pero eso no frenó su ansia de investigar y lo apartó al tiempo que decidió sentarse allí.

A sus ocho años, las piernas no le llegaban al suelo, pero se sintió extrañamente cómodo. Miró la chimenea y se sobresaltó; una pequeña explosión originó una llamarada y quedó encendida con un fuego vivo; que se vio velado por una gran oscuridad que aparecía intermitentemente frente a él.

El niño extendió el brazo para tocar aquella sombra y sonrió complacido. Su mirada había dejado de ser inocente tornándose fría y sombría.

El amo había regresado a Bleeding Manor.

En el exterior de la mansión se había producido un alboroto; los visitantes se sentían defraudados, pues aquel suculento surtido de pasteles que se les había prometido solo se trataba de una serie de pastas prefabricadas extraídas de su envoltorio y servidas en platos de porcelana inglesa.

Estaban discutiendo sobre el tema cuando la madre del niño lo echó en falta y elevó la voz por encima de todos reclamando que la escucharan.

¡Mi hijo!, ¡mi hijo! ¿alguien lo ha visto?

Estoy aquí dijo el pequeño, apareciendo a la vista de todos al entrar en el jardin. ¿Por qué tanto alboroto? añadió formando una desagradable mueca con la boca.

Porque no te encontraba…

No me refiero a ti, me refiero a todos estos intrusos.

¿Intrusos…? ¿Qué intrusos? ―preguntó el guía de la mansión―. ¿ha entrado alguien en la casa?

Si… ―El niño extendió el brazo y trazando un arco les apuntó a todos ellos con el dedo antes de dar media vuelta para encaminarse de nuevo hacia la casa; y mientras se perdía de la vista de todos al atravesar el umbral de Bleeding Manor de sus labios salió una única palabra―. Bretón.  

La noche teñida de carmesí llegó prematuramente a su morada, pero a él no le importó; se sentía feliz y aquella imagen despertó un frugal recuerdo en su mente que le devolvió tiempo atrás. Se vio a si mismo redactando las últimas páginas de su diario, justo antes del nuevo comienzo y recordó donde las había ocultado de sus enemigos.

Se encaminó de nuevo hacia su estancia favorita y se detuvo junto al hogar; desde luego la gente posterior a su época era un poco lerda, pues después de haber encontrado la otra parte de su diario en la gran chimenea del salón principal, no se les había ocurrido mirar aquí.

Se puso de puntillas y con los dedos tanteó el alfeizar decorativo del frontal del hogar hasta que dio con un saliente; lo empujó con suavidad y un ladrillo del interior de la chimenea saltó accionado por una especie de resorte. Metió la mano en la oquedad que dejó y de su interior extrajo un tubo forrado en cuero. Lo abrió y sonrió al ver las paginas intactas en su interior; como si las acabase de guardar. Las desenrolló y comenzó a leerlas al tiempo que rememoraba todos los acontecimientos pasados.

 

He hallado la respuesta, sin duda he resuelto el acertijo. Aquellas alimañas no ganarían.

Se levantó nervioso, paseaba como una fiera enjaulada, sin duda ellos pensaban que lo habían arrinconado. Abrió un cajón y cogió un cigarro de la caja de habanos que allí guardaba; mordió la punta, la escupió y lo encendió con la llama de una vela.

Los lobos cuando se sienten acorralados y no tienen nada más que perder se lanzan directamente a tu yugular pensó―,  es hora de acabar con todos ellos y poner en marcha el plan.

La negra noche estaba iluminada por un montón de puntos de luz que se acercaban; se notaba que eran claramente teas prendidas en el camino.

Algo presionó su pierna y bajó la cabeza para mirar a su fiel compañero; esta noche serían demasiados para él, trabajarían juntos…

……………………………………

 

Se sirvió una copa de oporto, la señora Darkness había ido por una camisa limpia después de vendarle la herida; su fuerza era imponente, pero hasta él podía sucumbir a un disparo de mosquetón a bocajarro.

Se miró el vientre y atraves de las vendas comenzó a brotar la sangre; le quedaba poco tiempo y él lo sabía.

Su padre había jugado con fuego desatando fuerzas más allá de la comprensión humana antes de su concepción y el resultado fue un monstruo que con su sola presencia llevó a la locura a su madre hasta que se quitó la vida.

Mientras creció desarrolló gustos poco tolerables para la sociedad y al final tuvo que deshacerse de su progenitor al traicionarle; más ya había llamado la atencion y aquella gente que se autoproclamaba defensora de lo correcto quiso apresarle. Ya no verían un nuevo amanecer y las paredes de su hogar estaban cubiertas por su sangre; que al igual que la de aquellos otros que sirvieron de entretenimiento en sus largos y aburridos dias. Se rio al pensar en lo acertado de su propio nombre “Lord Monster” monstruo o asesino, que más daba…

El líquido carmesí que alimentaba su cuerpo comenzó a desparramarse; la venda ya no servía de contención. Se le escapaba la vida y debia darse prisa, pronto se reuniría con su fiel compañero que yacía frio en el jardín.

Reunió rápidamente las cosas que necesitaba y desenrolló el viejo pergamino que tanto le había costado encontrar. Unas pocas oraciones, repetidas tres veces en una lenta letanía y la invocación quedó concluida.

La señora Darkness llegó a tiempo con la camisa limpia; pretendía irse con la dignidad de un lord. Se sirvió más oporto y se sentó en el butacón; su brazo cayo inerte mientras la copa rodaba por el suelo.

El tiempo había pasado y el conjuro realmente había funcionado; era tan simple como despertar de un sueño, pero lo haría en su propia rencarnación.

Observó sus pequeñas manos y se dio cuenta de que de momento necesitaría ayuda. Salió al jardín y encontró a su madre con la mirada perdida contemplando la macabra escena pintada en aquel lugar.

Señora Darkness, señora Darkness…

La mujer parpadeó por unos instantes y lo miró con la boca abierta.  ―Si, amo.

Él le indicó que se levantase y juntos entraron en la mansión; una enorme sombra se reunió con ellos.

El pequeño lord Monster se detuvo unos instantes en el Hall y con una sonrisa siniestra anunció ―Hay que prepararse, pronto llegaran nuevos invitados.


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