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domingo, 31 de octubre de 2021

EL INQUILINO

 

Que felicidad, por fin ganaría ese dinerito extra que tanto necesitaba. Habían sido muchos dias de entrevistas con diferentes candidatos, pero hoy por fin se mudaría la persona ideal a mi vivienda.

Tengo treinta y seis años; soy una mujer soltera que busca compañero de piso. Me es indiferente si es hombre o mujer… Los requisitos son, que sea poco ruidoso, pulcro y que pague a tiempo la renta. Más información en el telefono  666 - 999 – 666.

Este era el anuncio que había colocado en la Gaceta azul; un periódico de mucha tirada.

Tocaron al timbre y fui corriendo a abrir. Estaba muy contenta; mi nuevo compañero de piso era un hombre de unos cuarenta y tantos años que vestía de traje. Llevaba el pelo muy corto peinado hacia atras y unas gafas de montura de pasta negra con los cristales muy gruesos. En la entrevista se había mostrado atento y gentil; eso y que dispusiese de un buen sueldo me hicieron decidirme por él.

Los primeros días de convivencia fueron de lo más agradable. Él era muy metódico y ordenado manteniendo todo en su sitio. Las veces que coincidimos conversaba conmigo amigablemente. Más al cabo de unas semanas la convivencia cambió, se volvió parco y retraído. Regresaba a casa a horas intempestivas y lo que más me llamaba la atención era que siempre llevaba consigo una bolsa de deporte; un día incluso me fije por casualidad de que tenía manchas rojas.

Las semanas fueron pasando y su extraño comportamiento iba en aumento; ahora incluso en cuanto llegaba se encerraba en su habitación y al poco rato comenzaban los ruidos. Unos ruidos como si estuviese manejando una radial; esto se tenía que terminar.

Una mañana esperé a que se marchase a trabajar para colarme en su habitación; estaba decidida a saber qué ocurría alli. Si estaba haciendo algo que no debía tenia que saberlo, pues esta era mi casa.

Al llegar a la puerta del dormitorio, me di cuenta de que había puesto una cerradura, pero eso no me detendría. Fui a buscar algo con lo que abrir la puerta y como era muy mañosa no tardé en conseguirlo. Entré en la habitación y palpé com la mano en busca del interruptor. Clic, clic, le di varias veces, pero la luz no se encendía; así que tendría que apañármelas con la poca luz que entraba desde el pasillo. No tardé en dar con lo que estaba buscando, sobre un escritorio estaba la bolsa de deporte, la abrí mientras le daba la espalda a la puerta. Lo que vi en ella me sorprendió muchisimo, dentro había una pequeña radial, como las que usan en el hospital para quitarte las escayolas; la hoja estaba manchada de sangre.  Seguí rebuscando en la bolsa y extraje mechones de pelo de diferentes colores también ensangrentados; sentí escalofríos pues estaba empezando a entender.

De repente noté que la poca luz que entraba por la puerta disminuía y supe que algo estaba bloqueándola.

Entonces una voz llena de sarcasmo me habló. Veo que has descubierto mi secreto.

Me di media vuelta sonrriendo y mostrándole el cuchillo de treinta centímetros que había utilizado para abrir la puerta le contesté. Entonces creo que es hora de que tú tambien conozcas el mio.

Abrí la puerta de la alacena que estaba siempre bajo llave y coloqué entre los otros tarros de mi colección un bote etiquetado con «Asesino de la radial» en su interior se podía ver un corazon humano que hacia juego con los que contenían los otros veintidós tarros del «Asesino de la lima de uñas, Asesino de la media» etc.

 



AGENCIA DE COLOCACIÓN

 

No creéis que la vida es más de lo que vemos a simple vista. Yo siempre he sido una persona muy sencilla y cuadriculada; un tipo de lo más normal viviendo una vida tranquila. Veréis por la mañana me levantaba a las siete, seguía la misma rutina diaria; lavarme la cara, tomar café, vestirme y salir a trabajar, pero todo cambió cuando llegó la restructuración y con ella una simple notificación. Como era posible que ahora me viera en la calle con una caja de cartón en los brazos que contenía una taza de café y un pisapapeles que me habían regalado los compañeros de la empresa; a esto se reducían los diez años en los que me había deslomado por ser eficiente para mis jefes.

La vida se volvió más monótona todavía, ahora pasaba el tiempo mirando la pantalla del ordenador en busca de un empleo que se adaptase a mis características; aunque al poco me di cuenta de que era yo el que no encajaba en ninguno.

Cada vez más apático, vi como las semanas se iban perdiendo tras las hojas del calendario que iba arrancando diariamente y con ellas mis pocos ahorros del banco tambien iban desapareciendo.

Aquella mañana abrí la nevera y en su interior solo había un paquete de mantequilla gastado, me lo quedé mirando cuando la luz del interior del frigorífico se apagó de repente. Pensé que quizas se había averiado, pero no era así; me habían cortado la luz. Esto no podía continuar así, pero francamente no me veia con ánimo de solucionar nada, más la solución me cayó del cielo cuando mi ordenador portatil sonó mostrándome que tenía una notificación procedente de una agencia de colocación.

Me duché y me vestí a toda prisa, pues me citaban en las oficinas de dicha agencia.

No conocía esta parte de la ciudad y estaba muy alejada de donde yo vivía. Me costó mucho dar con el lugar y al llegar me di cuenta de que la agencia ocupaba todo un edificio; era un sitio extraño, para empezar durante más de una hora en la que deambulé por aquel barrio no había visto ni un alma y el edificio a simple vista parecia completamente abandonado; pero yo necesitaba un trabajo, fuese el que fuese.


Una vez dentro lo primero que me encontré fue con un mostrador y sentado tras él, una mujer me miraba por encima de la montura de sus gafas en forma de ojos de gato. Sin mediar palabra levantó un brazo y señaló hacia una puerta; despues bajo la cabeza y se puso a escribir en un cuaderno.

Fui hacia donde me indicó y pique con los nudillos varias veces mientras tímidamente preguntaba ―¿Se puede…?

 Adelante respondió una voz.

Entré en una habitación sin ventanas, era muy oscura y extremadamente pequeña; no había nada en ella a excepción de un pequeño hombrecillo de piel grisácea que estaba sentado en una silla. Tecleaba sin parar en una vieja máquina de escribir, mientras balanceaba sus diminutas piernas que no le llegaban al suelo. Carraspee varias veces, pero no me prestaba atención, hasta que ya no pude más y saliendo por un instante de mi estado actual de pasividad alcé la voz para que me hiciera caso.

Disculpe, pero ¿me ha enviado usted un mensaje a mi correo electrónico, para que viniese por una oferta de empleo?

Un fuerte ruido se escuchó en ese instante al desplazar por completo el hombre el carro de la máquina de escribir. Estiró del papel y me lo tendió sin mirarme, despues introdujo una nueva hoja en la máquina y continuó escribiendo.

Miré el papel que me había dado, en él había escrita una dirección junto a una fecha y una hora.

Estaba tan sorprendido por la situación que estaba viviendo que me fui de allí sin preguntar nada.

Regresé a mi casa y dejé el papel que me habían dado sobre la mesa del comedor; había decidido pasar de todo aquel asunto,  pues todo aquello me parecía de lo más extraño. Revisé una vez más el portatil con la poca batería que me quedaba, pero nadie más me hizo ninguna oferta; sin luz, ni nada que comer al final me replanteé lo de aquel empleo.

Recordé que aquel maldito papel seguía donde lo había dejado. Miré de nuevo lo que había en él escrito.

Calle Mortuus, 66-6. 31 de octubre a las 00:00 am.

Llegué muy nervioso, pero sin retraso a la dirección indicada; no sabía lo que me iba a encontrar o que tipo de trabajo era el que tenía que realizar.  En el número 66-6 de la calle Mortuus había una inmensa puerta de metal y una verja franqueada por unos árboles alargados qué, aunque no sabía de qué tipo eran me resultaban conocidos. Esperé unos minutos a que apareciese alguien que me diese instrucciones sobre la tarea que me había sido asignada, mas no vino nadie.

Estaba comenzando a impacientarme y comencé a caminar nervioso frente a la puerta hasta que tropecé con una caja que francamente no había visto.

La miré y me di cuenta de que en la tapa había mi nombre escrito en rotulador.  Me agaché para abrirla; quizas en ella hubiese instrucciones para mí; dentro había una llave, una linterna y un plano con un itinerario de lo que parecían calles.

Me acerqué hasta la puerta para examinar la cerradura antes de mirar la llave con detenimiento e introducirla en ella. El pestillo hizo clic y la puerta sin necesidad de que la empujase se abrió lentamente por sí misma para dejarme ver un camino un poco empinado bordeado también por aquellos alargados árboles.

Comencé a subir por la cuesta, mientras miraba las sombras de aquellos arboles moverse a cada paso iluminadas por la luna. Entonces en aquel momento casi a punto de llegar a la cima recordé el nombre de aquellos arboles y donde los había visto; los cipreses estaban por todas partes en el cementerio que tenía ante mí.



Otra persona quizas hubiese salido corriendo en aquel momento, pues entendí que mi trabajo consistía en guardar el cementerio y quizas aquel misterio por parte de la agencia se debía a que recordaba haber visto hoy al arrancar la página del calendario que el treinta y uno de octubre era el dia de los difuntos o como celebraban en otros paises Halloween.

Más yo era un hombre muy pasivo que solo creía en lo que veia; no me asustaba fácilmente y como necesitaba el trabajo decidí comenzar lo que sería mi primera ronda.

Encendí la linterna y abrí el plano para seguir el itinerario marcado. Llevaba casi una hora caminando entre tumbas y aparte del ambiente que estaba un poco gélido acausa de un poco de viento que soplaba; todo estaba tranquilo. Lo único fuera de lo común lo producía ese mismo viento al introducirse en el interior de algunos nichos vacíos; sonaba con un silbido estremecedor, que si no hubiese pasado de todo me habría atemorizado.

Continué la patrulla, hasta que oí un ruido muy fuerte fuera de lo común. Sonaba como si hubiese caido una gran losa de piedra al suelo; quizas fuesen ladrones de sepulturas. Corrí para ver de qué se trataba antes de llegar a una pequeña explanada llena de tumbas.

Por primera vez sentí un miedo paralizante y aquel temor me hizo fijarme con más claridad en todos los detalles.   

Había dos extrañas criaturas de ojos negros, eran extremadamente delgadas y huesudas; se les marcaban las costillas y la columna vertebral. Su piel era de un mortecino alabastro y estaban casi desnudos; solo les cubrían las partes indispensables unos hediondos y ennegrecidos harapos.  

Aterrorizado y sin poder dejar de mirar lo que estaba sucediendo; observé que aquellos seres en cuclillas sobre una fosa abierta estaban royendo los huesos de un cadáver junto una enorme lápida que yacía sobre la fría tierra.

Al ver aquel horror reaccioné; tragué saliva, apagué la linterna para que no me detectasen y reculé unos pasos hacia atras. La mala fortuna hizo que, pisase una rama y el sonido de esta al crujir alertó a los dos seres de mi presencia.

Se giraron bruscamente y me miraron de arriba abajo; al verme uno de ellos comenzó a relamerse ávidamente, mientras que al otro le caían chorreones de saliva de la comisura de los labios. Estaba claro que me examinaban como un pedazo de carne que llevarse a la boca.

Mi instinto de supervivencia se puso en marcha en aquel momento y girando sobre mis talones eché a correr a toda velocidad. Realmente temía por mi vida, ya que por la expresión de aquellos dos seres, pretendían darse un banquete con mi persona.

Corrí a lo loco entre las calles del cementerio configuradas por las hileras de paredes donde se ubicaban los nichos y al cabo de un tiempo casi sin aliento tube que detenerme apoyándome en una de ellas para descansar; fue cuando me di cuenta de que me había perdido, pero… suspiré aliviado al recordar que aún tenía el plano del cementerio en la mano. Lo miré y comprobé que estaba a pocos metros de la salida; era hora de correr de nuevo.

En aquel momento oi un grito espeluznante sobre mi cabeza, miré hacia arriba justo a tiempo de ver como una de las criaturas estaba encaramada el lo alto de los nichos.

Todo pasó en una fracción de segundo, aquel ser monstruoso saltó cayendo frente a mí. Podía notar su aliento fétido en mi cara, seguramente fruto de la ingesta de cadáveres. Entonces alzó un brazo, para asestarme el golpe mortal y pude ver que tenía unas afiladas garras que me descuartizarían allí mismo; era mi fin, pero el azar hizo que del miedo que tenía apretase con fuerza la linterna que se encendió en aquel preciso momento dando de lleno en los ojos de la criatura. Este chilló de dolor y huyó de allí a toda velocidad; yo hice lo mismo y en menos de un minuto había atravesado el lindel del cementerio.

Mi carrera solo se detuvo al llegar a mi casa, entré en mi vivienda atranqué puertas y ventanas; despues me metí debajo de la cama y no salí hasta la mañana siguiente.

Habían pasado dos dias desde mi horrible experiencia, pero aparte de ese suceso nada había cambiado. Me sentía un poco debil por no comer en bastante tiempo y decidí pese a mi miedo que debía regresar a la agencia de colocación para reclamarles una indemnización por lo sucedido; si es que me creían o al menos me pagasen aquel día de trabajo.

Me vestí y cogí mis llaves; en aquel momento me di cuenta de que aun tenía la de la puerta del cementerio; sería mejor que la devolviese.

Llegué al lugar donde supuestamente estaba la agencia, pero para mi sorpresa el lugar del tétrico edificio solo había un solar vacio. Me metí la mano en el bolsillo y extraje la llave del cementerio. «¿Ahora a quien se la devolvería?» pensé y me fui caminando lentamente mirando al suelo.

Disculpe.

Alcé la cabeza y vi a un hombre más o menos de mi edad que me miraba inquisitivamente.

  Perdone ¿sabe usted si por aquí hay una agencia de colocación?

Miré la llave, extendí el brazo y abriendo la palma de la mano se la ofrecí.

El hombre desconcertado la tomó de mi mano, yo di media vuelta y me marché de allí dispuesto a olvidarme para siempre de aquel lugar.


lunes, 8 de marzo de 2021

¡Feliz día de la mujer!

 

Un pétalo carmesí cayó en mi regazo y sentí el poder que configuraba el ser como era.  Lo miré recordando la infinidad de veces que me habían dicho que mi vida era como la de una flor bella y delicada a la que habían de echar agua de vez en cuando para alimentar su frescor; más yo no era cualquier flor, era como aquella rosa, hermosa, pero increíblemente fuerte, para crecer en un mundo lleno de espinas.


Era feliz de ser como era; tenaz, valiente e inteligente y esa belleza de la que hablaban la demostraba cada día en los gestos o las acciones que realizaba; era una mujer y no lo cambiaría por nada.

Tana Arola. 🌹


Happy Women's Day!

 

A crimson petal fell into my lap and I felt the power that configured the being as it was. I looked at him, remembering the countless times they had told me that my life was like that of a beautiful and delicate flower to which they had to pour water from time to time to nourish its freshness; but I was not just any flower, I was like that rose, beautiful, but incredibly strong, to grow in a world full of thorns.

He was happy to be the way he was; tenacious, brave and intelligent and that beauty of which they spoke was demonstrated every day in the gestures or actions that she carried out; she was a woman and she wouldn't trade him for anything.

Tana Arola. 🌹



婦女節快樂!


 深紅色的花瓣落入我的手,我感到成為我自己的力量。 我看著他,回想起他們無數次告訴我,我的生活就像一朵美麗而精緻的花,他們不得不不時倒水以滋養牠的新鮮感。 但我不僅是一朵花,還像那朵玫瑰,美麗,卻堅強,能在一個充滿荊棘的世界中生長。

我很高興成為自己的樣子; 堅韌,勇敢和聰明。 他們談論的那種美麗。 他每天都展示它 在我執行的手勢或動作中。 我是一個女人,和我我不想更改它。

塔娜·阿羅拉。
🌹

miércoles, 3 de marzo de 2021

 

COMO DECIRTE QUE TE QUIERO



Si fuese amor solo lo que viesen mis ojos.

 

Si solo fuese ternura lo que encontrase mi corazón.

 

Como decirle a mi alma que tomase sosiego,

cuando cien caballos galopan en mi pecho.

 

Deja que mis ojos sean las puertas de mis sentimientos.

 

Quiero gritarle tu nombre al mundo,

 acompañado de un "te quiero".

 

Quiero que tu risa sea la canción que inunde mis recuerdos.

 

Pintemos esta vida de rosa y rojo;

 para que todo sea dulzura y pasión en nuestro universo.

 

Y con estas pocas palabras,

 hoy será el día en que te tiendo mi mano,

con la esperanza acariciando la punta de mis dedos

 y así poder mostrarte amor cuanto yo te quiero.