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domingo, 21 de agosto de 2016

AÑOS PERDIDOS


AÑOS PERDIDOS




                     Sentada sobre la fresca hierba del prado.
                    Mis pies introduzco tímidamente en el arroyo
                    Rememoro felices imágenes de antaño,
                    de años de juventud  perdidos en el olvido.

                    Elevo la mirada hacia el cielo azul del verano.
                    Veo brillar el sol  fuerte y cálido.
                    Mi piel arrugada muestras los signos del cansancio
                    de una hermosa vida ya vivida siempre a tu lado.



viernes, 12 de agosto de 2016

LA ÚLTIMA COLINA

El abedul plantado sobre aquella colina era mudo testigo de la traición de los hombres. Sometido a la tentación de los hijos de Eva por la destrucción quedó solo en aquel yermo páramo. Lugar del que hasta la vida misma huía  y  la muerte era atraída por su misma esencia. Mas sus raíces eran fuertes y resistía aunque sometido por el gélido viento mientras protegía con sumo cuidado el último vestigio de existencia que era él en sí mismo.

Los días se sucedían lentamente y sus hojas lloraban cayendo una tras otra hasta que solo fueron quedando ramas desnudas que presagiaban el inminente fin. La balanza dejaba de inclinarse a su favor y la parca reía ya victoriosa.

El cielo enloquecido comenzó a bramar y un rayo impacto violentamente sobre su corteza marcando el final de una era. Todo quedó en silencio cuando el pereció; nadie lloraría su muerte.

El tronco medio calcinado se troncho del todo y rodó colina abajo partido en dos. Libre por fin de aquella colina no detuvo su carrera hasta dejar atrás el páramo donde había estado encarcelado para dejar ir lo que durante quince años había protegido; las semillas de la vida. Había dado su vida por sus hijos e hijas que repoblarían aquella tierra.

Su espíritu seria por siempre uno con ellos.       

miércoles, 10 de agosto de 2016

LA TEMPESTAD



El barco escoraba a babor azotado por la Tramontana y las altas olas anunciaban el inminente naufragio. La tempestad se había fraguado hacia menos de una hora encontrándose en su punto álgido. La lucha no tenia tregua y me centre en los últimos ecos de las notas emitidas por la tormenta. Mi corazón se estremeció al percatarse que lo dabas todo por perdido y traté de infundirme valor para romper el oscuro sino al que al parecer me habías destinado.

Yo era el ancla a la que normalmente te asías cuando el mar se embravecía y juntos navegábamos por la vida hasta aguas más tranquilas. Pero hoy me vilipendiabas precisamente acusándome de que a mi lado tu vida había entrado en un estado de “Calma chicha” y no sabía que responder.

Seguramente tenías razón y ya no era ese bravo bucanero que habías conocido en la universidad. Los años me habían convertido en el capitán del navío que intentaba arribar siempre a buen puerto. 

Ahora ya lo tenía claro... Para no perderte navegaría contra corriente.